DE FUELLE CON ROLLO
Las cámaras de fuelle con rollo comenzaron a aparecer a finales de los años 30 y fueron sustituyendo a las cámaras de placa.
La utilización de los rollos continuos fue un gran avance para la fotografía por la comodidad y también porque abarató los costes.
Los tamaños más normales de estos rollos (del negativo) eran de 6x6 cm, 6x9 cm, 4,5x6 cm o 4x6,5.
Para contar el número de fotos o saber en qué parte del rollo se estaba, las cámaras solían poseer una mirilla circular, en su parte trasera, cubierta de vidrio o plástico rojo, o incluso una pequeña tapa móvil a través de la cual se podía ver el número del negativo impreso en la parte trasera (no fotosensible) del rollo. Técnicamente eran iguales que las de placas, y a veces incluso había un modelo disponible para cada. La diferencia era que una iba con caja para placas y la otra con receptáculo para rollo (que se pasaba girando a mano una rueda o palometa al final del eje del rollo). Incluso había acoples para poder usar rollo en cámaras de placas.
Más o menos tras la Segunda Guerra Mundial se siguieron produciendo cámaras plegables de fuelle y rollo (rollo clásico, del tipo “120” o “127”, por ejemplo) aunque ya estaban empezando a comerles mucho terreno las cámaras del mismo tipo pero de “pequeño formato”, o sea, las del carrete fotográfico de 24x36mm.
El qué cámara es de antes y después de la guerra se puede distinguir normalmente bastante bien a simple vista. Las de después ya venían con su buscador óptico y su botón disparador integrado en la parte superior de la máquina y no ya en el objetivo (normalmente) a la vez que el típico pie para el flash, que ya empezaba a ponerse de uso entonces, aunque el contacto del mismo aún no estuviera integrado en dicho pie, sino en alguna parte de la cámara (incluso del objetivo) a la que había que “enchufar” el flash por medio de un cable.
Los tratamientos antirreflejos de las lentes (imprescindibles para la entonces incipiente fotografía en color) son principalmente una técnica de postguerra.
La utilización de los rollos continuos fue un gran avance para la fotografía por la comodidad y también porque abarató los costes.
Los tamaños más normales de estos rollos (del negativo) eran de 6x6 cm, 6x9 cm, 4,5x6 cm o 4x6,5.
Para contar el número de fotos o saber en qué parte del rollo se estaba, las cámaras solían poseer una mirilla circular, en su parte trasera, cubierta de vidrio o plástico rojo, o incluso una pequeña tapa móvil a través de la cual se podía ver el número del negativo impreso en la parte trasera (no fotosensible) del rollo. Técnicamente eran iguales que las de placas, y a veces incluso había un modelo disponible para cada. La diferencia era que una iba con caja para placas y la otra con receptáculo para rollo (que se pasaba girando a mano una rueda o palometa al final del eje del rollo). Incluso había acoples para poder usar rollo en cámaras de placas.
Más o menos tras la Segunda Guerra Mundial se siguieron produciendo cámaras plegables de fuelle y rollo (rollo clásico, del tipo “120” o “127”, por ejemplo) aunque ya estaban empezando a comerles mucho terreno las cámaras del mismo tipo pero de “pequeño formato”, o sea, las del carrete fotográfico de 24x36mm.
El qué cámara es de antes y después de la guerra se puede distinguir normalmente bastante bien a simple vista. Las de después ya venían con su buscador óptico y su botón disparador integrado en la parte superior de la máquina y no ya en el objetivo (normalmente) a la vez que el típico pie para el flash, que ya empezaba a ponerse de uso entonces, aunque el contacto del mismo aún no estuviera integrado en dicho pie, sino en alguna parte de la cámara (incluso del objetivo) a la que había que “enchufar” el flash por medio de un cable.
Los tratamientos antirreflejos de las lentes (imprescindibles para la entonces incipiente fotografía en color) son principalmente una técnica de postguerra.
UTILITY MFG FALCON MOD 2 AUTOMATIC